Quienes dan los buenos días están en peligro de extinción y peor amenaza enfrentan aquellos que responden con una sonrisa. Son tan raros de encontrar en la calle, que cuando aparecen, todos los miran como unos bichos raros, sorprendidos de su buena conducta, anonadados por sus buenos modales.
Más extraño es hallar a alguien que dé las gracias ante un gesto de amabilidad, o alguien que diga “por favor”. Los niños ya no se dirigen a los adultos con el respetuoso “usted” y los adultos irrespetan a los niños al decir fuertes groserías frente a ellos.
“La gente se ha olvidado de las palabras mágicas”, dice la barcelonesa Saida Velásquez, para referirse a esas expresiones que denotan educación.
Velásquez se desliga por un momento de su profesión de enfermera, con especialización en sexología, para hablar como otra ciudadana más dentro de una sociedad. “Vivimos en total individualismo, no nos importa lo que pase a nuestro alrededor. Para mí, es una realidad angustiante”.
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